Curadurías | Curatorial

 
 
 
 
2018 | Condensación (cambio de estado)


Espacio Pla

En Neuromante (1984), William Gibson imaginó un futuro próximo signado por la ubicuidad del ciberespacio: “una alucinación consensual experimentada diariamente por billones de legítimos operadores”. Los viajes interestelares, el sobrevuelo de naves espaciales y el contacto con comunidades alienígenas (hasta entonces marcas registradas de cualquier film o novela de ciencia ficción) fueron sustituidos por la omnipresencia de un nuevo mundo virtual; un entramado de líneas de luz urdidas en el no-espacio de la mente como “luces de una ciudad que se aleja”. 

Condensación (cambio de estado) coquetea con el imaginario de la novela ciberpunk y sus paisajes postindustriales, pero no proyecta un porvenir distópico amenazado por el dominio absoluto de la técnica. Las obras de Diego Alberti y Sebastián Tedesco no insinúan una visión apocalíptica que busca despabilarnos ante la inminente decadencia urbana. Todo lo contrario. Aquí el gesto irónico suplanta a la distopía. Un condensador mega, vehículos de juguete y un conjunto de piezas lumínicas tejen una red donde nada es lo que parece. 

En la instalación Camiones de carga, Sebastián presenta una decena de camiones de chapa transformados en prolongadores eléctricos provistos de tomas-acoplados. Si el juego admite que un palo de escoba y una cabeza torpemente labrada en uno de los extremos puedan convertirse en caballo –pertenecer al grupo de los “arre-arre”, diría Gombrich–, en este caso los camiones de juguete devienen una representación literal y metafórica de la funcionalidad que simulan. Sus zonas de carga abastecen a las obras que integran la serie Ciudad luz. En estas imágenes, Diego ensaya un ejercicio de abstracción geométrica partiendo de fotografías panorámicas de una ciudad nocturna. Algoritmos generativos traducen los puntos de luz más visibles en las fotos a una arquitectura de alambres de cobre y leds. Son obras que centrifugan las formas y las devuelven depuradas en composiciones en las que solo subsisten algunas figuras esenciales, como si fueran los restos de un pasado cercano erosionado por el tiempo, o los pocos despojos de un naufragio arrastrados por la marea hasta la orilla. 

Un condensador gigante, ubicado en el medio de la sala, nos invita a suspender la incredulidad mientras almacena la energía que alimenta a toda una maquinaria donde la materia cambia de estado. En esta versión del no-espacio descrito por Gibson, las líneas de luz no evocan una ciudad que se aleja: las obras de Diego y Sebastián hacen que la dispersión se concentre y lo múltiple se torne compacto.

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